domingo, noviembre 18, 2012

A mis "hermanos" de 40 años

2012 comenzó con una pérdida irreparable de la que no quiero hablar hoy. No fue la única pérdida aunque sí la mayor. Está siendo un año difícil de nuevos comienzos que no llegan a arrancar o que lo hacen con mucha dificultad.

Y aunque mi presente en este momento sea de color gris oscuro (por no decir negro), o precisamente por eso, hoy me voy a permitir derramar unas lágrimas por mi infancia perdida en el tiempo. Fue una infancia muy feliz gracias al esfuerzo de mi madre, y durante la cual mi mayor problema era que en el cole las niñas se metían conmigo o que mi amiga Leo no me hablaba. Mi madre no nos dejaba salir a jugar a la calle así que nos teníamos que quedar en casa, pero teníamos la suerte de ser tres hermanas así que no teníamos problemas para divertirnos. También recuerdo a mi abuela, que fue una segunda madre, y a la que, aun hoy, sigo echando de menos.

En esos días, nuestro mayor tesoro era nuestra muñeca Nancy, que se pasaba todo el año guardada adornando el mueble, nos la sacaban en Reyes con algunos complementos nuevos (ropa y muebles) y nos dejaban jugar con ella unos días; siempre con mucho cuidado para no estropearla. Luego volvía a su lugar para el resto del año.

En esa época sólo teníamos dos cadenas de televisión, la Primera y el UHF; ése era el nombre que entonces tenía lo que hoy es la 2. Supongo que por eso pasábamos muy poco tiempo delante de la caja tonta y mucho jugando. Pero, aun así, había cosas que no nos perdíamos nunca como La casa de la Pradera en la sobremesa del domingo o Los payasos de la tele el sábado por la tarde. Y eso es precisamente lo que me trae aquí hoy.

Hoy me he levantado con la noticia del fallecimiento de Miliki, alguien a quien nunca he visto en persona, con quien jamás he hablado pero que ha formado parte de mi vida casi desde el principio. Recuerdo la ilusión que me hizo cuando grabó un CD llamado "A mis niños de 30 años" porque me sentía incluida en ese grupo. Recuerdo que también a mi hermana Patricia se la hizo; fue ella la que me habló del disco con estrellitas en los ojos. Pues bien, hoy siento su pérdida como si fuese algo mío. Mi pésame a su familia, aunque desde aquí no les llegue, y también a todos esos niños que, como yo, ya han pasado los 40 años y han perdido a su Miliki, a su Payaso.

Nací con la década de los setenta y para mí no fue la década de la psicodelia ni de la resaca de Woodstock ni del Flower Power. Fue la década de Sandokán, Marco y Los Payasos de la Tele. Fueron días felices en los que aun ni sabía ni me planteaba que lo tenía todo.

Un abrazo y un beso enorme a Miliki, no te olvidaremos nunca.